¿Quiénes somos?

Nuestra Historia

El 9 de marzo de 1998 se hace realidad un sueño, abriendo sus puertas el “Centro Diurno San Luis”. Su fundación tiene como base un sueño y responde a la motivación de la Misión Marista, pudiendo concretarse a partir del convenio establecido entre IDEG, Instituto de Enseñanza General Hermanos Maristas, y el INAU, Instituto del Niño y del Adolescente del Uruguay, organismo rector en materia de políticas de infancia y adolescencia.

Ambas instituciones presentan una motivación en común; promover, proteger y restituir los derechos de los niños, niñas y sus familias.

Ha sido un largo camino recorrido, donde se han afrontado diversos desafíos que fortalecen nuestro proyecto y nuestra Misión como Maristas. Los desafíos retroalimentan nuestro caminar y marcan el rumbo que día a día decidimos tomar.

En este camino hemos encontrado el respaldo y el acompañamiento de la Provincia Marista, de los Hermanos Maristas y de laicos comprometidos, quienes han contribuido y dejado su huella en el Centro Diurno San Luis, creciendo juntos a través del intercambio de diálogos y miradas. Son muchos años transcurridos, cargados de
experiencia, aprendizajes y recuerdos, bagaje que hoy, nos impulsan a renovarnos y continuar apostando y fortaleciendo la obra de nuestro Centro.

Durante el 2020 nos planteamos un nuevo desafío, donde nuestros márgenes de ingreso se ampliaron, flexibilizando criterios ya establecidos en pos de las nuevas necesidades de los niños, niñas y sus familias.

Somos un proyecto socio-educativo que promueve una mirada integral hacia la infancia, a través de la promoción y protección de los derechos de los niños, niñas y sus familias. Se acompaña y complementa la acción de la familia en los procesos educativos, en la socialización, en el desarrollo, en la crianza, entre otros, apostando a contribuir en la calidad de vida de los niños y niñas.

¿Desde qué lugar pretendemos lograrlo?

Pretendemos lograr nuestros objetivos a través de una “pedagogía de la presencia”, es decir con educadores, técnicos y colectivo Marista en general, que mantenga una presencia atenta y acogedora para con los niños, desde un rol activo y protagónico.

El rol de cada uno de nosotros tiene como base las tres Violetas Maristas, “Humildad, Sencillez y Modestia” , las cuales nos guían en el encuentro con los niños/as. Educamos y promovemos valores desde el ejemplo, apostando a una formación que favorezca la síntesis entre cultura, fe y vida. Desde este enfoque la empatía debe ser el centro de
nuestras acciones como equipo de trabajo; y a partir de ahí construir junto al “otro”. No imponemos nuestros saberes; tomamos lo necesario para volver a construir y generar múltiples redes vinculares; donde cada familia trae sus historias de vida y entramados sociales.

Volver